Me encontraba de pie, miraba la escena tácita, escondiendome y haciendome notar, veía como mí padre, de manera delicada, tomaba la ropa, la metía en la maleta con cuidado de no arrugarla, mientras mí madre sollozaba con enojó y tristeza, mí hermana se había encerrado para entonces en su cuarto, mí hermano fue mas dramatico y se salió indignado, no sín antes azotar la puerta estrepitosamente, mí padre me acaricio la cabeza cuando le tomé la mano, para déspues irse sín decir nada.
Pasarón días y días, mí madre no dijó nada de lo sucedidó hasta que se torno definitivo, mí padre jamás regresaría. Mamá busco un trabajo, tenía años que no trabajaba, solo se había dedicado a nosotros durante mucho tiempo, de repente los tres hermanos nos encontramos solos, unicamente veíamos a mi madre por cortos lapsos en las noches y los sabados por la tarde, intercambiaba algunas palabras con nosotros y se sentaba a ver la tele arrullandosé con ella y quedarse dormida.
Me llevó un mes planear y encontrar algunas recetas, pero por fín me decidí y un Domingo me levanté temprano, lavé algunos trastes sucios y me dispusé a hacer el desayuno, café con leche, huevos revueltos y hot cakes fue el menú, mí madre se levantó y solo me pregunto que hacía, cuando le dijé que quería hacerle su desayunó al igual que a mís hermanos, sonrió y me acarició la mejilla, me ayudo a poner la mesa y despertó a mís hermanos, todos nos sentamos y comímos, nadie dijó nada de los hot cakes crudos o el huevo seco, platicamos de otras cosas, la escuela, el trabajo de mamá, las cosas que nos sucedían, como hacía buen tiempo no lo hacíamos y por primera vez en semanas, la pesadumbre en el ambiente sucumbió.
Desde ese día adoré cocinar y buscaba recetas, ponía atención en como se hacía cada cosa y los Domingos por la mañana sín haberlo planeado, eran familiares, el aroma a la mantequilla, el café con canela y el huevo sazonandosé con la cebolla, hacía confortante el hogar, siempre al terminar nos quedabamos un largo rato tomando el café mientras platicabamos y reíamos, mientras la ventana invitaba a los cálidos rayos de sol matutino que siempre eran bien recibidos y se posaban deslumbrantes en los dientes de mí madre cada que reía, nadie comentaba el desayunó, era lo de menos la comida.
Pensé en estudiar alguna carrera culinaría, por lo menos volverme cocinero y mientras preparaba la harina de los hot cakes y batía los huevos y picaba la cebolla soñaba con trabajar en un restaurante pequeño, como aquellos que les llaman bistro que no por ser pequeños dejaban de ser deliciosos en su comida, imaginaba mí filipina arremangada, mí cabello recogido y mís uñas sumamente cortas, me propusé en esos ratos hacer lo que fuera por hacer de la cocina mí profesión, aún sín el crédito de mí familia.
Llegó el día en que tuvimos todos que trabajar, de lo que fuera, teníamos que sacar adelante el hogar y nuestros estudios, cada quién fue tomando un rumbo diferente y sín percatarnos, nos volvimos mayores y uno por uno salímos del hogar, al tiempo que cada año se dibujaba una nueva arruga en el rostro de mamá y sus fuerzas fuerón haciendose menos, un día me fuí del lado de mí madre y aunque las visitas eran frecuentes pocas veces coincidiamos mís hermanos y yo, solo en días festivos o navidades era cuando nos reuniamos, sin embargo, no era lo mismo, había cuñados, sobrinos, nietos y los Domingos de desayunos no se recordaban, eran borrosos, como un sueño y aún mas lejano el sueño de ser cocinero, había cambiado la estufa por una consola de audio y los sartenes por viniles y cables conectores.
Un día sin previó aviso mamá no despertó, simplemente durmió muy profundamente y mí hermana nos aviso, entonces fue cuando nos reunimos por primera vez, no como padres, esposos, tíos o hijos, sino como hermanos, como lo que quedaba de nuestra familia antes de partir, su entierro fue en sabado a mediodía, ninguno dijó nada, el día siguiente, Domingo, salí temprano a la casa que nos cobijó durante años y en la cual encontrabamos consuelo, tome los sartenes y la última despensa que mí madre había hecho y cociné como años atrás y como años atrás mí hermana llegó a la mesa semidormida y mí hermano colocó la azúcar y los platos y el olor a la mantequilla, el café, la cebolla frita y los huevos envolvierón el ambiente, estaba de pie cuando mí hermano dijó : " Sabes, por lo menos dos veces al mes desayunó hot cakes y huevos, pero ninguno es tan bueno como los desayunos que preparabas los Domingos." "Sí, podría ser una semana de lo peor, pero el desayuno del Domingo, era deliciosamente bello, fuerón los mejores, gracias", dijó mí hermana, apreté la taza de café con ambas manos y me senté frente a la ventana sonriendole a los mismos rayos de sol de adornaban la sorisa de mí madre.