El sol se ha ido y ha dejado una lluvia delgada y constante que se escurre por los vidrios de la ventana, así como en ocasiones la punta de mís dedos se escurren por tú espalda.
Las mismas gotas que sigo con la mirada, observo su rastro de arriba abajo, como el camino que deja tú sudor en la cama.
Sigue cayendo la lluvia, golpea las gotas pasadas y las que siguen hacen lo mismo con insistente calma, igual a las horas que dedicas escuchando cada una de mís palabras.
La lluvia no cesa, como tampoco las ganas con las que te necesito, como estas ganas de verte sonreír, las ganas que me ganan por que estes aquí.
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