miércoles, 7 de abril de 2010

El día de mí cumpleaños nunca ha sido una fecha que considere especial, al menos no despues de mí cumpleaños séptimo, no recuerdo que en alguna ocasión me hayan hecho fiesta cuando era niño, ní de adolescente, bueno la cuestión es que cuando estaba a unos meses de cumplir nueve años mí familia estaba mas fragmentada que de costumbre, mí madre se había ido de la casa, mís hermanos estaban a punto de reventar por que tenían que rolarse para cuidar al "gordito" ó sea a mí, mí padre aunque llegaba temprano de su trabajo (lo cual era raro en él), evadía el entablar platica alguna y los únicos mediadores era una familia de religión cristiana, la cual tenía como miembros a ocho mujeres y dos hombres, curiosamente los hijos mayores eran medios hermanos ya que cuando los papás se casarón ambos ya tenían un hijo cada quién, la señora era una mujer que para mís nueve años se me hacía enorme en todos los aspectos, era Yucateca. regordeta, de piel blanca, cabello chino como de borrego y negro, tenía ojos rasgados y una sonrisa agradable...ah sí, también siempre estaba acostada y en camisón y a todas sus visitas las recibía en su recámara y sus hijas le hacían todo, al cabo eran un montón, por el contrario su esposo era una persona de físico fuerte, corte de cabello de pachuco (con todo y patillas), bigote recortado y siempre vestía con chaleco, usaba lentes, obrero a muy poco tiempo de jubilarse y le faltaban dedos en su mano derecha.

En fín eran todos unos personajes cada integrante de esta familia y, aunque en apariencia era una familia muy armoniosa y regída por la ley de dios, tenía cierto aire de tensión é hipocresía, pero bueno eso es otro cuento, la cuestión es que en ese momento esa familia era un refugio para la nuestra, ibamos y veníamos a su casa y eramos tratados con amabilidad, ademas de que estabamos en platicas y arreglos para que mí mamá regresará a la casa, bueno pues todo esto coincidió que mí cumpleaños se cruzó justo uno de estos días que fuimos a la casa de estas personas, eran algo así como las siete de la noche y estabamos jugando turista sus hijas y yo, por cierto que hijas tenía esta señora, bueno eso también es otra historia, el chiste es que de repente se fue la luz y todos se pusierón a buscar velas y me dijerón que me quedará ahí que no me moviera, de repente entrarón a la habitación el hijo mayor con todos sus hermanos detrás... traían un pan hecho por ellos y estaban cantando las mañanitas,las mañanitas ¿a las siete de la noche? me pregunte, naaah, la verdad es que se me hizó un nudo en la garganta...

Escuchaba las mañanitas por unas personas que no eran mí familia, que bien no tenían por que hacerme un pan y ponerle "felicidades" con rajas de canela y velitas, quería llorar y creo que fue la primera vez que me contuve, me hacía feliz que tenía una fiesta de cumpleaños y una fiesta sorpresa, no como la había pensado en algún momento pero era mí fiesta, comímos pan, tomamos atole de fresa y hasta el día de hoy todo eso lo recuerdo como un sueño... las cosas se solucionarón con mís padres y mamá regresó a la casa, después de esa ocasión la relación con aquella familia cristiana y de raras costumbres poco a poco se fue diluyendo, las visitas cada vez fuerón mas espaciadas hasta que perdímos el contacto con ellos, pero si de recuerdo se trata, el de ese pan insípido pero con sabor a tan buena voluntad, es el que guardo de ellos.

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