Tal vez los dedos no me alcancen para contar las veces que me he despedido ó tal vez sí, todo depende el valor de cada ocasión, despedirme de un día, como aquellas tardes en que cruzaba algún puente después de la escuela ó el entrenamiento, con la mochila en la espalda viendo el sol de frente con ese color naranja intenso, con la nostalgía de cualquier situacíón ó la alegría de que había sido un día feliz, ¿que importaba? siempre había un sentimiento de por medio que llenaba la distancia entre ese atardecer y mí persona.
Aquellas despedidas satisfactorías en las cuales uno siente que al fín respira con profundidad y el oxígeno llena cada fibra pulmonar y cuando ese aire sale por la boca es satisfactorio, es de felicidad, de orgullo, como aquella ocasión que terminé la secundaria la cual pensaba que nunca acabaría y que después de todo no fue tan difícil.
También las despedidas a rutinas, que uno sabe que cambiarán cosas con las cuales uno se sentía del todo comodo y hubiera querido que nunca terminarán, como en esa ocasión que entrené por última vez, me plante frente a la pista y mas que poner atención a la carrera, la técnica de los lanzamientos ó la intensidad de cada rutina, pusé toda la atención en el olor del pasto, la nueva generación de atletas que entrenaban en ese momento y me recordaban las primeras ocasiones que pisaba el tartán y las notas que el viento me ofrecía al enredarse en la hojas y ramas de cada árbol, traté de alargar todo eso lo mas que pude hasta que no tuve más remedio que recorrer el camino que al día de hoy jamás he vuelto a recorrer.
Una despedida dolorosa fue en aquella ocasión en que mís padres pelearón a causa de problemas entre mís hermanos mayores y mí madre harta de que mí padre la culpara de todo, tomará su sweater y salierá de la casa aún recuerdo que llovía de manera ligera pero continúa y la recuerdo muy vivídamente dando vuelta a la esquina... despedidas en las cuales no se cruza palabra.
¡Ah sí! hablando de esas despedidas en las que no se cruza palabra, las miradas de mís mascotas antes de partir y dejar sus cuerpos desgastados por la falta de clemencia del tiempo, en las cuales me pareció que ellos suplicaban por un poco más ó tal vez solo pedían no sufrir por su ausencia, lo cual nunca pude complacer.
Las despedidas son variadas y diferentes, como dijé anteriormente pueden ser satisfactorias ó no, de una ú otra forma queda el consuelo ó la esperanza de lo que sigue, tal vez la posibilidad: de volver a probar unos labios, ver los ojos de alguien, abrazar la fortuna, derrotar la adversidad, levantarnos después de estar de rodillas ante la vida... regresar a lo que fuimos.
Bienvenida seas cada despedida, agradecido estoy por dejarme un recuerdo, bienvenida despedida aunque me aferré a lo que a cada momento arrancas de mí.
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