jueves, 17 de diciembre de 2009

En muchas ocasiones uno sabe los límites que existen ó bien que cada uno se establece en ciertas cosas, cada quien cree que sabe de lo que es capaz y también creemos saber como reaccionar ante situaciones hipóteticamente planteadas, pero ¿que sucede cuando uno superá ciertos límites y no son precisamente como lo habíamos previsto en situaciones planteadas en nuestra mente? en ocasiones, jamás se volverá a ser el mismo por que una vez hecha tal ó cual acción no hay retorno y mas aún cuando no fue acordé a lo que se esperaba de nosotros, ya sea por la gente que nos rodea ó bien por uno mismo, no hay forma de compensar ó regresar al punto de pártida, sin embargo siempre estamos tentados a sobrepasar esos límites, llamemosle por curiosidad, reto, necesidad ó estúpides, pero por alguna razón personal siempre lo pensamos.

Como diría "Tiro de gracia", "Cuando el juego se hace verdadero... Bienvenido al laberinto eterno de fuego" desde mí punto de vista, exactamente eso sucede cuando uno pasa a la situación "prohíbida" por nuestras ideologías, usos ó costumbres, entramos a un juego cruel, a un laberinto con paredes en llamas en el cual buscamos una salida ó bien algo que nos permita elevarnos como Icaro y librarnos de la frustración de no encontrar señales de esperanza para reencontrarnos con lo que fuimos, no tenemos tregua, en algunos casos esto lo podemos llegar a ver como una escalera que parece interminable ¿a que me refiero? que subimos escalones con cada límite que sobrepasamos y nos excita, nos sentimos plenos , es un placer súblime, aunque veamos que cada vez los escalones son más angostos y la escalera mas inestable.


¿A que quiero llegar con esto? preguntarán, simple necesidad de escribir, posiblemente, tentado a contar mís propios "puntos sin retorno", mís "pecados capitales" tal vez esos sí pueda decirlos, aunque no tengo uno preferido la mayoría de ellos (sino es que todos) los he cumplido mejor que los mandamientos del llamado dios que la iglesia impone, dejenme pensar... la lujuría, vaya que sí he abusado de ella, la avaricia, bueno, los que me conocen saben que la práctico, la pereza, espero pocos sepan que la tomo como deporte, la gula, sufro de gula por inumerables cosas, la íra, no hay día que no me enojé, la envidia, quien demonios no la ha experimentado, la soberbia, la traígo en los génes...

En fín me desvíe demasiado de el asunto, pero, el punto es precisamente que vivo en ese laberinto en el cual aún no encuentro una salida ó posiblemente vivo con la adrenalina de estar dentro de él, de estar del otro lado de la línea hasta cierto punto con un orgullo débil y poco común para la gente que se guía y rigé por las normas sociales y propias, me arriesgue buscando algo sin considerar precisamente de lo que hablo en este texto, tal vez nunca volver  a ser el mismo, tal vez jamás llegaré a algún lado y como dice la canción solo "tan lejano el paraíso aquel... estoy acostumbrado a vivir al este del  edén".

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