sábado, 18 de septiembre de 2010

Me desperté un poco mas tarde de lo acostumbrado, no recuerdo bien lo que hicé entre el levantarme y el momento en que mí mamá me peinaba frente al espejo del tocador, vivíamos en tres cuartos a flor de tierra y de lámina de asbesto, cuatro de mís hermanos estaban dormidos aún, mí padre desayunaba y mí hermana apuraba a mí mamá por que eran ya las siete y cuarto de la mañana,"ya mamá, ya es bien tarde no vamos a llegar, luego el pecero pasa bien lleno", con mucha dedicación mí mamá me peinaba y me relamía el pelo que ella misma decía estaba sobre mí cabeza que parecía de calabaza, estaba haciendo una pregunta la cual no recuerdo y nunca la terminé ya que mamá miró la hora y dijó "ya son siete diecinueve..." justo terminó de decir la hora y la casa se hizó de un lado a otro solo alcancé a ver el foco que colgaba de la viga que sostenía la lámina como se sacudía con tal fuerza que golpeaba ambos lados del asbesto, inmediatamente uno de mís hermanos se levantó de la cama y trato de detener una de las paredes del cuarto, mí padre lo jaló y salímos como pudimos de la casa, en el patio veíamos los postes de luz, la gente corría y gritaba, se escuchaban llantos, rezos y hasta groserías entre cortadas por el miedo y la impresión, paso poco mas de un minuto, todo empezó a calmarse hasta quedar en silencio, parecía que de repente la ciudad hubiera estado abandonada.



No recuerdo bien lo sucedido, de repente ya estabamos en Churubusco esperando el pecero, pero era inútil, no había pecero alguno que llevará lugar, ní camión, ní taxi, de repente un sujeto estacionó su coche, un tsuru blanco cuatro puertas y nos pregunto a dónde ibamos, "vamos aquí por la avenida ocho" dijó mí padre,"subanse yo voy mas adelante pero los dejó en la avenida ocho" subierón un par mas de personas,"el centro desapareció... dicen que en tlatelolco se cayerón edificios y que hay muchos muertos, estuvo fuerte", no había luz en varias partes de la ciudad, ní tampoco líneas telefónicas, pero no dabamos mucha importancia,"no creo que haya escuela, es mejor que esten en sus casas es mas seguro a que dejen a sus hijos en la escuela, dicen que a lo mejor vuelve a temblar", nos advirtió el chofer del coche cuando bajamos "gracias, pues vamos a ver que nos dicen " contestarón mís padres, mientras caminabamos por la avenida diez de la colonia Ignacio Zaragoza todo parecía bastante normal, sí, la gente se veía preocupada, pero en cuestión de daños materiales, no había nada que dierá algún indicio de ellos, llegamos a la escuela de mí hermana la cual estaba cerrada hasta nuevo aviso, continuamos a la primaría dónde yo estudiaba y de igual forma los papás se arremolinaban en la puerta en la cual la directora no dejaba pasar a nadie y estaban entregando a compañeros que sus padres habían ido a dejar, nadie se iba quedar en la escuela mientras no se supiera si había sufrido algún daño y era segura para dar las clases.



Regresamos caminando por la avenida ocho para tomar el pecero que nos llevaba a casa, pero no había forma de encontrar uno con lugar para subir iban literalmente colgados los pasajeros, mí padre decidió que caminaramos entre calles y fue entonces cuando pudimos ver el daño real que había dejado el terremoto, asfalto levantado y grietas que cruzaban de lado a lado las calles, algunas bardas caídas y gente afuera de sus casas con miedo de entrar y que se vinierán abajo, por casualidad logramos que un taxi vacío nos llevará de regresó, las siguientes horas eran angustiantes, no había luz, mí padre compró pilas para un radio que teníamos y todo era desgracia se hablaba de al menos cinco mil muertos lo cual nadie lo creía, mís dos hermanos mayores llegarón por la tarde diciendole a mís padres que la hermana del vecino no aparecía ella trabajaba en la SCOP ó lo que ahora es la SCT y apesar que mís padres se oponían a que fuerán a buscarla acabarón por darles permiso.



Lo que quedaba de ese día y todo el siguiente fue de miedo é incertidumbre, además de temer por un nuevo temblor, temíamos por mís hermanos que se habían ido a buscar a la vecina desaparecida, hasta que dierón las siete de la noche, recuerdo que había aguantado las ganas de ir al baño por miedo, hasta que no pude mas y justo cuando estaba a punto de sentarme en el inodóro el piso se movió salí como pude y grité "esta temblando otra vez", nuevamente la gente gritaba y salía de sus casas y aunque fue de mucho menor magnitud ya no sabíamos que esperar, los días transcurrierón y las noticias fluían de manera muy reservada, la ayuda tardaba y entre los escombros encontraban mas gente muerta que viva, el parque de beisbol del seguro social el cual ahora es un centro comercial estaba repleto de cadáveres, el riesgo de una epidemia era latente, en el centro, el hotel REGIS, TELEVISA Chapultepec, el edificio Nuevo León y Juárez en Tlatelolco, el Centro Médico, Hospital Juárez y el Hospital General, eran escombros, gente pérdida, familias que perdierón todo desde su casa, hasta familiares, no recuerdo si pasó una semana ó solo unos días, pero encontrarón a la hermana de mí vecino, muerta, lo único por lo que pudierón reconocerla fue por el gafete que portaba, su madre aún pensaba y tenía la esperanza que estuviera con vida, que en el último momento hubiera logrado escapar, no podía creer que su hija hubiera muerto, hasta que la caja con el cuerpo de su hija llegó a su casa.



Muchas historias se contarón alrededor de lo que ocurrió hace veinticinco años, como la de las personas que sobrevivierón bebiendo sus propios orines ó de los bebés que encontrarón entre escombros, la famosa historia del señor que salía a trabajar en Tlatelolco y el terremoto lo tomo por sorpresa en el estacionamiento y cuando tuvo la oportunidad de voltear se dió cuenta que el edificio dónde vivía no existía mas al igual que su familia que estaba dentro,  mís hermanos durante mucho tiempo les daba miedo estar con la luz apagada y mas aún ir al baño por la noche, al día de hoy se sabe que hubo mas de veinte mil personas que murierón y que los daños acendierón a unos cincuenta y dos mil millones de pesos actuales, pero al fín y al cabo ¿de que nos sirve al día de hoy saber esto, cuando en realidad no sabemos si estamos preparados para una tragedia similar cuando al día de hoy vemos que en el centro de la ciudad han construido edificios nuevos de departamentos que quien sabe si cumplen con la suficiente seguridad de resistir un terremoto similar al de aquellos años? no lo sabemos hasta el momento que suceda otra tragedia con las mismas magnitudes.

Que razón tenía aquel profeta del nopal al narrar sus urbanohistorias que nos dejó como herencia cuando aquel diecinueve de Septiembre del ochenta y cinco murió, adelantado a su época en la letra de sus canciones con las cuales cada vez es mas evidente que como Chilangos no tenemos tiempo de cambiar nuestras vidas...

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